España y Marruecos mantienen sus diferencias para abrir la frontera con Ceuta y Melilla.

España y Marruecos siguen sin llegar a un acuerdo para abrir las fronteras de Ceuta y Melilla, cerradas desde marzo de 2020. Los dos países mantienen diferencias hace semanas sobre las condiciones de reapertura, según varias fuentes conocedoras de las negociaciones. El principal escollo en este momento es que Madrid, en concreto el Ministerio de Exteriores, quiere que la reanudación del tránsito de viajeros entre los dos países vaya acompañada de la reapertura de la aduana comercial de Melilla, cerrada unilateralmente por Marruecos en 2018, y la creación de la de Ceuta. Tampoco ha habido acuerdo todavía sobre qué ocurrirá con los trabajadores transfronterizos que Madrid quería incluir en una primera fase de vuelta a la normalidad y que Marruecos no termina de aceptar.

Las negociaciones para reabrir las fronteras se reactivaron tras la decisión del Ejecutivo de respaldar la soberanía marroquí sobre el Sáhara Occidental. Con ese gesto, reprobado por el Congreso de los Diputados, Pedro Sánchez lograba poner fin a la crisis diplomática abierta con Marruecos desde abril del año pasado. Abría así una nueva etapa de colaboración, que incluiría la vuelta a la normalidad de ambas ciudades autónomas y la apertura del tránsito de mercancías. El comunicado conjunto tras la visita de Sánchez a Mohamed VI en Rabat, el pasado 7 de abril, subrayaba que “la plena normalización de la circulación de personas y de mercancías se restablecerá de manera ordenada, incluyendo los dispositivos apropiados de control aduanero y de personas a nivel terrestre y marítimo”.

Este punto, sin embargo, ha llevado a interpretaciones distintas en ambos países, según fuentes conocedoras de las negociaciones. Mientras que en España se asumía que esto posibilitaba la apertura de aduanas comerciales, lo que supone, según fuentes diplomáticas, un reconocimiento tácito de la soberanía española de Ceuta y Melilla. En Marruecos, sin embargo, ese compromiso se rebajaba al tránsito de mercancías por los pasos ya habilitados sin, necesariamente, desplegar pasos comerciales. Las negociaciones siguen, de momento, sin dar resultados, aunque se comparte el objetivo común de erradicar el contrabando tolerado que nutría la economía de ambas ciudades.

En Semana Santa, explican fuentes de la Administración, las conversaciones se intensificaron ante una supuesta intención de Rabat de reabrir los puestos fronterizos el pasado 14 de abril, en pleno Jueves Santo. Las condiciones no convencían a las autoridades españolas que, además, se quejaron de que no había habido la suficiente coordinación con sus socios para acelerar la reanudación del tránsito de viajeros. La reapertura llegó a ser noticia en medios en Marruecos, pero nunca llegó a consumarse.

Marruecos quería abrir la frontera solo para los residentes de la UE y para aquellos portadores de un visado Schengen. Excluía así a los trabajadores transfronterizos, que iban y venían cada día para trabajar en las ciudades autónomas y que, con el cierre, se quedaron atrapados a un lado o a otro de la frontera. Dejaba fuera también a los residentes de Nador y Tetuán, ciudades marroquíes próximas a Melilla y Ceuta, respectivamente, que, hasta la llegada de la pandemia, tenían permitido el tránsito entre los dos países sin necesidad de visados.

España, en su intención de reabrir de forma gradual, estaba dispuesta a excluir a los vecinos de Nador y Tetuán, pero tenía especial interés en incluir a los transfronterizos. La propia delegada del Gobierno de Ceuta, Salvadora Mateos, lo expresó así, en unas declaraciones que causaron bastante polémica: “En Ceuta, sobre todo las amas de casa, estamos deseando que vengan las muchachas, empezando por mí…”, dijo la delegada en referencia a las empleadas domésticas marroquíes. Y añadió: “Que estar trabajando aquí por la mañana y estar de limpieza por la tarde la verdad es que cuesta”.

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