Hablar de sexo en casa sigue sin ser fácil. Un 15% de las familias nunca ha tratado la educación sexual con sus hijos e hijas y un 25% lo ha hecho una vez o casi nunca, según datos del estudio realizado por el Centro Reina Sofía de Fad Juventud en este primer semestre de 2025. Y mientras en el entorno familiar el sexo sigue siendo tabú, los adolescentes tienen en la pornografía casi su única escuela. Los peligros de esa ‘referencia educativa’ son más que evidentes, según los expertos, en el desarrollo afectivo-sexual de los y las adolescentes, en su forma de entender la sexualidad y de comprender lo que significan términos como igualdad, consentimiento, límite e incluso violencia sexual.
Si tenemos en cuenta además el extendido uso de las tecnologías, especialmente de los móviles, de los que disponen a edades más que tempranas, el intercambio de pornografía se vuelve más sencillo que nunca.
Frente a ese dato que apunta a que hablar de sexo en las familias sigue siendo tabú, otros que contrastan: el 53,8% de los adolescentes accede por primera vez a la pornografía antes de los 13 años, y un 8,7% antes de los 10 años, según Save the Children, que sitúa la edad media de acceso a los 12 años y que apunta a que casi siete de cada diez (el 68,2%) consume pornografía de forma frecuente.
Según el reciente estudio de la FAD, las conversaciones padres/hijos se posponen y las principales barreras son la vergüenza de su hijo o hija (37,6%), la percepción de que aún es muy joven (25,9%) – lo que contrasta con la precocidad con la que acceden al porno- y el desconocimiento de los contenidos adecuados a su edad (21,7%). Y lo paradójico es que, a pesar de esta falta de comunicación, más del 90% de los padres y madres considera que es importante hablar abiertamente de sexualidad y a casi el 84% le preocupa que sus hijos e hijas se informen sobre todo en internet.
La directora general de Fad Juventud, Beatriz Martín Padura, afirma que estos datos muestran “una brecha clara entre lo que las familias piensan y lo que finalmente hacen”. “Sabemos que la educación sexual protege, previene riesgos y mejora el bienestar, pero demasiadas veces se deja en manos del silencio o de internet. España necesita una educación sexual integral, con profesorado formado y familias acompañadas, para que nadie sienta que está solo ante esta responsabilidad”.
“Aprender sexo con porno es como a conducir con Fast and Furious”
Coincide en esta necesidad de educación integral y profesional la responsable en España de Políticas de Infancia de Save the Children, Carmela del Moral, que pone un ejemplo para entender la magnitud del problema: “Aprender sexo con el porno es como enseñar física viendo películas de Marvel o a conducir viendo Fast and Furious”.
En una entrevista con RTVE Noticias, afirma que cada vez acceden al porno más jóvenes – hay estudios que apuntan a los ocho años- y “sin las herramientas para entender lo que están viendo en la pantalla“. Explica que la mitad de los adolescentes reconoce que el porno es “fuente de inspiración” para sus relaciones afectivas y que pone en práctica lo que ve: “Incluso un 12% afirma que sin el consentimiento de sus parejas”.
Del Moral alerta de que el porno impone un “guion del sexo” basado en “estereotipos, expectativas, procesos, prácticas, tiempos y cuerpos poco realistas” con, en muchos casos, una “erotización y normalización de la violencia y vejación” hacia la mujer e incluso una “peligrosa sexualización de la infancia”. Y explica cómo en grupos de trabajo con chavales estos reconocen que lo que ven es “algo negativo”, pero igualmente les excita.
La fiscal de Menores de la Fiscalía General del Estado, María Teresa Gisbert, advirtió recientemente de la influencia de la pornografía en los hechos delictivos contra la libertad sexual cuando los comete un menor. Lamentó que muchos menores tienen en el “porno duro con violencia” su única educación sexual y lanzó un mensaje: “La sociedad no está haciendo las cosas bien”.
Los expertos apuntan a que la normalización de la ausencia de consentimiento en el porno, junto con una falta de pensamiento crítico en edades tan tempranas, impacta negativamente en la construcción del deseo y de las relaciones sexuales, sociales y de pareja de los adolescentes. En los peores casos, puede desembocar en alguna o varias formas de violencia.
El Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) preguntó en 2024 por el porno y el resultado fue más que contundente: nueve de cada diez españoles defiende limitar o vetar el acceso de los menores.
Porno diseñado para ellos y “lo que se espera” de ellas
El acceso por grupo de iguales es la principal vía de aproximación a la pornografía (51,2%) basado en un “proceso de socialización masculina”, según Save the Children. Si en las generaciones anteriores se intercambiaban revistas o películas pornográficas (ya a edades más adultas), con la expansión de internet y los smartphones este intercambio es de memes, gifs, fotos, enlaces a vídeos o vídeos completos a través de una pornografía mainstream ilimitada, accesible y gratuita.
También hay búsqueda activa en un 28,5% – más en los chicos que en las chicas- que se debe “a que entre ellos existe mayor aprobación y vínculo con este tipo de pornografía para compartir su consumo”.
Muchos padres y madres han quedado impactados por la escena de la serie ‘Pubertat’, que cuenta una agresión sexual de tres adolescentes, en la que estos chavales de 13 y 14 años de familias estructuradas buscan porno duro tras una cortina en casa, con los padres no muy lejos y en su tiempo de ocio con la mayor naturalidad y con conversaciones entre ellos que dejan claro lo mucho que queda por hacer.
Ellas, en cambio, se topan con la pornografía de manera “mucho más accidental” y están más expuestas a recibir contenido de personas desconocidas.
Además, mientras que los chicos consumen una pornografía que está diseñada para ellos, las adolescentes acceden para “aprender lo que se espera de ellas y cómo complacer, qué caras poner, qué prácticas y qué posturas”, apunta la responsable de Infancia de Save the Children, que alerta de las “desigualdades de género que el porno perpetúa”.
“En el guion del porno no hay preservativo”
Del Moral pone de manifiesto la preocupación por la distorsión que se produce entre ficción y realidad y una de las consecuencias más peligrosas es la falta de protección en las relaciones. Esto provoca un crecimiento claro de las enfermedades de trasmisión sexual en los adolescentes y jóvenes. Según los últimos datos de la Red Nacional de Vigilancia Epidemiológica (RENAVE), en 2024 se notificaron más de 91.000 nuevas infecciones de clamidia, gonorrea y sífilis, el doble que en 2021 y diez veces más que hace una década.
“En el guion sexual del porno no está el ponerse el preservativo, no existe, no es un elemento erótico”, apunta Del Moral, que insiste en que la educación sexual es una de las grandes asignaturas pendientes en España.
“Las familias tienen mucho que decir en el sexo que practican sus hijos, pero la educación sexual debe venir de profesionales en los colegios y adaptada por niveles, no le puedes hablar igual a un niño de cinco años que a un adolescente de 15. Los padres a veces no hablan porque no tienen recursos ni saben cómo hacerlo”, apunta Del Moral, que pone ejemplo la educación sexual en otros países europeos como Canadá, Dinamarca o Suecia.
Educación desde el médico de familia
Milagros González es médico de familia, sexóloga y miembro del grupo de trabajo de atención a la mujer de SEMERGEN (Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria) y es la responsable del curso del programa HERA, orientado a formar a los médicos más cercanos al ciudadano sobre la salud sexual psicoafectiva de los adolescentes.
Aboga por que los médicos hablen en consulta con los padres y adolescentes con naturalidad de este acceso a la pornografía y que también acudan a los centros educativos de forma reglada y generalizada a explicar “que lo que ven en las pantallas no es la realidad en absoluto”. González da charlas y talleres en colegios e institutos y cuenta que los chavales no reconocen que ven porno y que “se cortan” bastante a la hora de hablar de sexo.
Explica a RTVE que la educación psicoafectiva debe comenzar a los nueve o diez años porque “la realidad deja claro que con esa edad solo tienen que entrar en una web de porno y ante la pregunta de ¿eres mayor de 18 años? darle al sí. Así de fácil”.
González alerta “de la normalización de los roles – dominantes ellos y pasivas ellas-, de la distorsión sobre lo que provoca placer o dolor y del consumo de pornografía con una falta de pensamiento crítico que puede derivar en una adicción”.
En este sentido, Save the Children arroja el dato de que, aunque el 70,3% de los adolescentes valora su consumo como “razonable”- ¿qué es razonable para ellos?-, algunos muestran una especial preocupación por “no poder quitarse el porno de la cabeza”. Así, el deseo sexual adolescente se va construyendo sobre unos cimientos irreales, violentos y desiguales.





