En medio de una crisis inflacionaria sin precedentes, los hogares españoles, especialmente los más vulnerables, están experimentando una situación cada vez más difícil, con un aumento significativo en las tasas de pobreza energética y alimentaria. Durante los últimos tres años, los precios del consumo han aumentado de manera alarmante, afectando gravemente el poder adquisitivo de los ciudadanos y generando preocupación en todo el país.
Según la Encuesta de Condiciones de Vida (ECV) del Instituto Nacional de Estadística (INE), una de cada cinco familias españolas se enfrenta a dificultades para mantener su vivienda a una temperatura adecuada, lo que representa un incremento drástico en comparación con años anteriores. Además, el costo de los alimentos básicos como la carne, el pollo y el pescado ha aumentado considerablemente, lo que ha llevado a que un 6,4% de los hogares no pueda permitirse consumir estos productos al menos dos veces a la semana.
Esta situación es aún más preocupante en el caso de los niños, con más de medio millón de menores de 16 años sin acceso regular a alimentos esenciales.
La crisis inflacionaria ha golpeado con mayor dureza a los hogares de bajos ingresos, donde la proporción de pobreza energética y alimentaria es aún más elevada. Especialmente afectadas son las familias monoparentales, con el 41% luchando para llegar a fin de mes, casi el doble del promedio nacional.
Además, la encuesta revela una brecha creciente entre ocupados y jubilados, con los trabajadores enfrentando mayores dificultades económicas debido a la falta de crecimiento salarial en comparación con el aumento de los precios.
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