Cuando a los catalanes constitucionalistas nos dan una oportunidad de demostrar nuestro amor hacia nuestro país, la aprovechamos, y salimos masivamente a la calle para que se vea que el independentismo no tiene la mayoría social, por mucho que diga TV3.
Sea la visita del Juan Sebastián Elcano, el partido de la selección nacional de fútbol en el RCDE Stadium, o el stand que el Ejército tenía en el Saló de l’Ensenyament. Siempre respondemos, porque hay muchas ganas de demostrar que el tópico separatista de «xom un sol poble» es mentira.
Esto les escuece y mucho, a los independentistas. Las redes sociales están llenas de rencor por el malestar que sienten por lo que pasó el sábado por la noche en el RCDE Stadium. 36.000 almas gritando «yo soy español». Les ha salido el alma supremacista, y nos han llamado «fachas» y «garrulos».
Ni caso. A los fanáticos no hay que responderles, hay que, democráticamente, demostrarles que somos más los que queremos la buena convivencia con nuestros compatriotas de las otras regiones de España. Pero no podemos caer en la espiral de odio que ERC, Junts y CUP quieren sumir a Cataluña. Somos más, y somos mejores. Y eso les molesta, y mucho.
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