Eductrade nació en 1976, pero no fue hasta 2018 cuando la compañía, especializada en la gestión de proyectos de infraestructura social en salud y educación, cogió las riendas de su destino. Ese año, un grupo de accionistas junto con inversores ajenos adquirieron la empresa, por cuatro millones de euros, que hasta entonces había estado en manos de Constructora Hispánica, sociedad integrada en el grupo Assignia Infraestructuras, que había entrado en concurso de acreedores. “Era la única que no tenía dificultades financieras dentro del grupo, pero parecía que nadie se ocupaba de ella”, asegura Francisco Mozos, director general de la compañía con sede en Madrid.
Aun así, los comienzos en solitario no fueron fáciles, cuenta Mozos. “Era complicado porque en ese momento no teníamos avales, no podíamos presentarnos a licitaciones y los bancos no apoyaban a una empresa que salía de un proceso concursal. Pero tiramos hacia delante con los proyectos que teníamos en Nicaragua, Argentina o Bolivia”, añade. Un inicio en el que también les tocó vivir la crisis sanitaria, aunque, según Mozos, no les afectó mucho pese a que no pudieron contratar.
Incluso tuvieron que asumir trabajos ajenos, como un hospital en Nicaragua donde tenían un contrato para equipamiento sanitario por 100 millones de dólares (90,34 millones de euros), un 30% del total, y de cuya construcción también tuvieron que hacerse cargo al quebrar la empresa italiana que lo gestionaba. “Esta parte suponía el resto del presupuesto, para nosotros todo un reto. Tiramos hacia delante y salió bien”, apunta.
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