Parálisis legislativa en una legislatura infernal

España merece la pena aunque quienes les representamos no estemos a la altura cuando más falta hace que lo demostremos. Conflictos, votaciones estériles, palabras hirientes y relatos orientados a aniquilar al adversario sobran, la gran duda es si somos capaces de responder a los intereses, necesidades, horizonte y futuro de los españoles y si lo situamos como prioridad por encima de las prioridades partidarias.

Si hoy nos preguntan a la inmensa mayoría de los españoles, un gran número vamos a coincidir en que las estrategias electorales, los tacticismos dictados por gurús, los cálculos demoscópicos sobre lo que interesa para cada tribu y cómo reforzarse electoralmente entre los votantes de nuestro espectro deja de ser lo verdaderamente importante porque en su día a día no influye.

Todo ello me lleva a pensar si los representantes políticos estamos valorando lo que interesa a España y a los españoles porque en estos momentos sinceramente lo dudo. Quizás estamos olvidando que, seguramente, lo que intuimos electoralmente no coincide con lo que resulta necesario para la inmensa mayoría de los ciudadanos españoles.

Un claro ejemplo ha sido lo acontecido esta semana en el Congreso de los Diputados, el colofón a un semestre parlamentario para olvidar. Acabó el periodo de sesiones como empezó, con crispación, insultos y el manido «y tú más», mientras las medidas para impedir que este país vuelva a quedar a oscuras como el pasado 28 de abril, eso ya si acaso quedó para otro día.

Un claro ejemplo ha sido lo acontecido esta semana en el Congreso de los Diputados, el colofón a un semestre parlamentario para olvidar. Acabó el periodo de sesiones como empezó, con crispación, insultos y el manido «y tú más», mientras las medidas para impedir que este país vuelva a quedar a oscuras como el pasado 28 de abril, eso ya si acaso quedó para otro día.

Los españoles esperan que sus representantes públicos defiendan sus intereses, aquello que les afecta, en cambio lo que perciben son que están a lo suyo. Que si es lo suyo es evidente que no es lo de todos.

Si como dice la oposición, mi partido no ha negociado con ellos para intentar alcanzar un acuerdo en beneficio de los españoles, es un error. Pero si no es cierto, como dice el Gobierno, hay una falta de compromiso con la gente por parte de quienes aspiran a gobernar España. Ya tendrá temas la oposición para ejercerla contra el Gobierno y no hacerlo a costa de perjudicar al tejido industrial, las empresas, los autónomos y las familias, y la factura que debe pagar.

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